Nos le ha tocado la lotería, pero sí cambiarán las estrecheces de su condición de pobres por una posición económica más desahogada. Y todo por orden del juez en cumplimiento del singular testamento de José Ferrer, un vecino de Alcalalí (Alicante) que legó sus bienes, valorados en unos 20 millones, a favor de los pobres censados en la localidad a su muerte ocurrida en 1992.
Tras examinar los méritos de los cuatro aspirantes a heredar el patrimonio de Ferrer, el magistrado ha designado a dos mujeres como las receptoras de la herencia: el 60% para Remedios Vicens y el 40% para Rosario Ferrer. Ambas, a su estado de pobreza ('no de indigencia', precisa el juez), añaden su condición de discapacitadas psíquicas. Sin embargo, las dos tendrán que esperar aún la llegada del dinero, porque un tercer aspirante al legado ha recurrido la sentencia.
José Ferrer era un terrateniente de Alcalalí (1.025 habitantes). Su soltería motivó que no contara con herederos familiares directos, pero sí dejó atado y bien atado su legado días antes de morir, a los 89 años, en un asilo de la vecina localidad de Pedreguer.
El principal hito de su testamento es la donación de todos sus bienes (salvo los electrodomésticos, que destinó para gastos de su entierro y honras fúnebres, y un acordeón que legó a un primo) a los pobres. El patrimonio de Ferrer se compone de tres millones de pesetas en efectivo, una casa y seis fincas rústicas (unos 9.000 metros cuadrados en total).
Paradójicamente, sólo hubo cuatro candidatos, las dos mujeres mencionadas y dos hombres. Uno ellos fue descartado inicialmente por superar los niveles de pobreza, esto es, por tener ingresos superiores al salario mínimo interprofesional, según la sentencia. El tercer aspirante, Antonio Cortés, es natural de Alcalalí, pero al no estar empadronado en el municipio, también ha sido excluido. Cortés ha recurrido la sentencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 26 de mayo de 2001