El Celta llegó con la intención de ganar su batalla por mantenerse en los puestos que dan acceso a la Copa de la UEFA y lo consiguió. Fue de una forma poco decorosa, ya que el único gol de la contienda nació de un cabezazo de Berizzo que tropezó en el defensa de Las Palmas, Álvaro. Cicovic, que salió en el descanso después de una suplencia de casi toda la temporada, no pudo hacer nada para evitar que el esférico llegara a la red.
La Unión Deportiva se vio superada por un centro del campo velocísimo, en el que los de Víctor Fernández tenían la consigna clara de enfocar su punto de mira hacia la portería rival y apenas se entretenían en pases horizontales. Por contra, la Unión Deportiva ofrecía un juego más paciente que pretendía encontrar el equilibrio perfecto entre la recuperación del balón y el desahogo por las bandas.
Parecía que daba resultado, porque en el minuto 7 Guayre recoge un pase de Samways, para con el pecho y su intencionado disparo lo desvía Cavallero en una prodigiosa intervención.
Poco después Gustavo López desaprovecha el penalti que Iturralde sanciona por falta de Jarni a Velasco. Aunque Nacho González se tira al lado contrario, el palo evita que se abra el marcador. El gol de Berizzo no hacía méritos a las ocasiones que tuvo el Celta. Era Las Palmas quien más perdonaba. Las dos ocasiones más claras en este segundo periodo las malograron Guayre, que elevó demasiado con todo a favor, y Orlando, que tiró muy alto en un disparo desde el área pequeña sin oposición alguna. Cicovic se encargó de desbaratar dos contragolpes célticos culminados por Edu y Mostovoi.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de mayo de 2001