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OPINIÓN DEL LECTOR

El Madrid que nos podemos encontrar

Como ciudadano madrileño, preocupado por mi ciudad, quiero escribir esta carta para llamar la atención sobre el Madrid que nos podemos encontrar a la vuelta de la esquina si las cosas no mejoran.

Soy comercial de una empresa de servicios y, como es lógico, realizo mi trabajo en la calle. Ya en el mes de diciembre, hacia las once de la mañana de un día laborable y en pleno paseo de la Castellana, unos extranjeros, cuya nacionalidad no pude identificar, intentaron robarme el coche.

Mientras uno abría mi puerta y me pedía ayuda tirando de mí (ahora entiendo para qué), otro intentaba subir al vehículo por la otra puerta.

Conseguí reaccionar y el ruido que hice los ahuyentó. Yo pude seguir mi camino, no sin una gran dosis de nervios, para visitar al cliente que me estaba esperando.

Hoy, a las 12.15 del mediodía, parado en un atasco en la avenida de América, y dirigiéndome a visitar a otro cliente, otro extranjero se me ha acercado para ofrecerme un diario que se vende en los semáforos. Esta vez el señuelo que me tendían ha servido para que otros dos extranjeros abrieran la otra puerta de mi coche y me robaran mi teléfono móvil.

De inmediato, y desde otro teléfono, he llamado al 609 para cancelar la línea. A continuación he querido avisar al 091, pero no me oían bien. Y me han pedido que llamase desde un teléfono fijo.

Pensando que la línea estaría bloqueada, termino mi visita y me dirijo a mi oficina para proceder a la denuncia del robo (desde un teléfono fijo). A las 13.30 llego a mi despacho y telefoneo a comisaría; me responden desde Leganés y me indican que llame al 91 756 09 91.

Marco este último número y me notifican que han mandado agentes a la zona porque han recibido varias llamadas al respecto en la mañana; en cuanto a mi denuncia, debo dirigirme a cualquier comisaría de policía.

Tras tantas vicisitudes, comienzo a acordarme de la escena del camarote de los hermanos Marx y pregunto si se puede denunciar el hecho por teléfono.

Me indican que llame al 902 102 112, pero en él me dicen que al haber visto a los atracadores no podían admitirme la denuncia.

Finalmente, he decidido no dedicarle más tiempo al asunto. Lo he pasado bastante mal en estas horas y estoy cansado.

Pero, para colmo de males, a las dos de la tarde podíamos comprobar que el teléfono sustraído seguía funcionando.

Desconozco si la negligencia de la empresa de telefonía móvil deberá abonarla mi empresa en forma de factura telefónica.

Espero que el mal no vaya a más, que la imagen de los extranjeros honestos no se vea perjudicada por la de los demás, y que en el futuro nuestros hijos no tengan más de dos incidentes desagradables con delincuentes inmigrantes en seis meses.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 28 de mayo de 2001