Estudio de S. Isenegger. 1957.
Las posiciones con varias piezas sin peones, si son más o menos equilibradas, resultan siempre en extremo complejas. Las blancas tienen una calidad de ventaja, pero deben obtener la ganancia de una torre si se pretende forzar un final ganador. La lógica elemental indica que el primer jugador debería evitar las simplificaciones, porque facilitarían la labor de la defensa, pero éste no es un caso de lógica, sino de cálculo. 1 Tf3 j., Re4 / 2 T - f2! (¿no había que evitar las simplificaciones?) 2... R - e3 / 3 Te2 j.! (y no 3 Tf3 j., Rd7 / 4 Aa4, Cc3 y las negras se salvan, o 3 Tb2, Cc3! y tablas nuevamente) 3... Rd3 y ahora 4 R - h3 parece decisiva, pero no es así; 4 R - h3, Cc3! / 5 Te1 -forzada- 5... Rd2, seguida de 6... C - d1 y empate teórico. Dado que si las negras pueden retirar el alfil en su siguiente jugada la posición se supone tablas, el camino escogido parece erróneo, pero no es así. La notable jugada 4 Te8! pone a las negras ante serias dificultades; se amenaza, ahora sí, 5 R - h3, pero, además, se ha creado la amenaza subsidiaria 5 Ae2 j. y 6 A - b5; de modo que las negras deben evitar ambas a la vez, lo que sólo es posible con 4... Af1, y ahora se aprecia que el plan de las blancas consiste en una sutil cacería del alfil. No sirve 5 Rg1, Rd7 y tablas, ni la aparente 5 Te1, Ae2 j.! / 6 T - e2 -o 6 A - e2 j., Rd2 y tablas- 6... Cc3! / 7 Te1, Rd2 y nuevamente tablas. Pero la muy difícil 5 Tf8!, siempre atacando el alfil prisionero, decide el juego. Es, evidentemente, única 5... Ae2, pero entonces 6 Td1 j., Re3 / 7 Te8 j. ganando, pues el alfil se toma entero.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de junio de 2001