Euskadi es tierra fértil a la hora de producir cantautores, pero el optar por el euskera les cierra a la mayoría las puertas de muchos mercados. Entre los jóvenes valores, sólo el bilbaíno Tontxu Ipiña ha escogido el castellano y ha apostado por un repertorio adornado abiertamente con flecos comerciales. Pero ya no está solo como representante vasco en ese paquete de autores, pues la donostiarra Ana Pozas se les ha unido con la edición de Seguir viviendo.
Ése es el título de un estreno discográfico auspiciado por Gasa, filial de Warner Music, cuyo primer single es Chavita, evocación de una amiga mexicana. Dicha vena nostálgica se ha convertido en tarjeta de presentación de una joven cuyo repertorio propio (sólo En mi soledad ha sido compuesta por Nerea Kostabitarte) la revela como una cantautora vinculada al pop y capaz de teñir de blues su canción más erótica, o de mecer su voz sobre los ritmos que tejen acordeón, tres y percusión.
Seguir viviendo ha sido producido por Alejo Stivel, productor de los éxitos más sonados de Joaquín Sabina, La Oreja de Van Gogh y M-Clan. Por tanto, no se han escatimado medios a la hora de intentar lanzar al estrellato a Ana Pozas, una cantante que, pese a todo, ve la música como 'una carrera de fondo'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de junio de 2001