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Crítica:DANZA

Bailar entre diálogos

En La Villa, Toni Mira presentó una obra lenta, deslavazada y pretenciosa. Apenas 40 personas en la sala. El recurso o referencia del monolito del filme 2001 Odisea del espacio pierde fuerza y se vulgariza al multiplicarlo por cinco en la escena teatral. Diálogos confusos u obstinados, aparato visual con efectos domésticos y una banda sonora poco estimulante, hacen de este montaje un paso atrás en un creador que hasta ahora había dado buenas obras con un sobrio sentido del humor.

En la Cuarta Pared se pudo ver hasta ayer un impactante trabajo de Chevi Muraday compuesto por dos coreografías. La primera es una relación de amor-odio en una pareja llevado a extremos patológicos de dependencia, que se resuelve en tono operístico como un addio francamente trágico. Demasiados diálogos, para explicar un baile tan desgarrado.

La otra pieza, Shime, es una dura exploración para cinco bailarines en el mundo de la locura ambientada con estética y música japonesas. El resultado varía de acuerdo a las escenas, algunas mejor cohesionadas que otras.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de junio de 2001