En los años treinta, un joven Orson Welles intentó poner en pie una obra de teatro que fue prohibida en la víspera de su estreno en un Nueva York aporreado por la crisis financiera y asediado por la censura. El episodio le sirve al inteligente Tim Robbins, aquí ejerciendo de espléndido director, para edificar una sólida película coral sobre el espíritu combativo de los artistas. Un reparto de excepción.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de junio de 2001