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OPINIÓN DEL LECTOR

El Coro de la Comunidad

En relación con la información publicada sobre problemas en el Coro de la Comunidad de Madrid, quisiéramos precisar que, a nuestro entender, el objetivo principal de pertenecer a un coro no es participar en todas las actuaciones, sino acercar los niños a la música y la música a los niños.

Desde que el Coro de niños de la Comunidad de Madrid se creó, en enero de 2000, han sido bastantes las actuaciones, no siempre han actuado todos los niños y no siempre en el Auditorio Nacional. Aunque el Auditorio Nacional es una de las salas más importantes de actuación, ha habido otras tan importantes como ésta en la que no han participado todos los niños en la representación, y los padres de los cantores no seleccionados no nos hemos sentido discriminados, porque hemos comprendido el sentido de lo que es un coro.

La puesta en escena de una obra corresponde a la dirección artística, y la gestión administrativa y organización corresponde a sus máximos responsables. Por ello no vamos a buscar culpables, porque tanto la dirección artística como la pedagógica del Coro de niños de la Comunidad de Madrid está en buenas manos. El director de la obra Réquiem de guerra de Benjamin Britten (Georges Pehlivanian) es el que tiene la última palabra.

La labor educativa de los padres es preparar a nuestros hijos, para que entiendan que no siempre en la vida las cosas se hacen para obtener un premio. En el caso de María, habría que explicarle lo importante que es pertenecer a un coro, donde tu voz no es la única, sino que se funde con el resto de las voces y el esfuerzo de todos hace que la obra sea una belleza musical. El éxito de la obra es de todos, aunque en algunos momentos no se haya salido a escena.

Ojalá tanto los medios de comunicación como los padres y todas aquellas personas que están comprometidas en la educación de los niños, futuros jóvenes de la sociedad del siglo XXI, hiciésemos una labor parecida a la que hace el Coro de niños de la Comunidad de Madrid para que los niños españoles estuvieran más educados en la sensibilidad de captar lo bello que nos rodea y no la violencia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de junio de 2001