La celebración inadecuada del pasado sábado encima de la fuente de Cibeles tiene ahora su oportuna guinda: el señor alcalde que nos gobierna, para desgracia de cientos de miles de madrileños, dice ahora que él no quería, y el presidente del club del pelotazo urbanístico se compromete a pagar los destrozos causados en tan cultural acontecimiento. Pues que el próximo año lo celebren en alguna de las salas del Museo del Prado y si se destroza algún cuadro, pues se paga la restauración y ya está, total...
Y es que los clubes de fútbol, sus intereses económicos, gran negocio de algunos, pasan siempre por encima del interés general, unas veces colapsando ciudades, otras construyendo en zonas verdes, etcétera. Resulta políticamente incorrecto ponerles en su sitio, hacerles pagar sus impuestos por el dinero que realmente manejan y dejar de subvencionarles públicamente mediante diversos cauces. Ir al palco de autoridades da, tristemente, mucho prestigio. La ciudad es lo de menos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 9 de junio de 2001