El aeropuerto de Barajas amanece custodiado por miembros del FBI, gorilas de la CIA y agentes de negro armados hasta los dientes. La policía nativa secunda la vigilancia con un operativo de 750 hombres de uniforme azul marino y gorra de plato. A las 9.11, hora local, el presidente desciende por la escalinata de su Air Force One y saluda con estudiada cautela desde su traje oscuro. 20 minutos después, cien vehículos de la comitiva presidencial arrancan al rebufo de George W. Bush camino del Palacio de la Zarzuela sobre el calor del asfalto. 10.07: la puerta blindada de la limusina se abre despacio ante SS. MM. los Reyes mientras un pelotón de reporteros fusila a discreción a Laura y George para inmortalizar el momento. 12.20: el presidente se libera de la corbata y desciende del helicóptero en la finca/rancho Quintos de Mora. En la parcela toledana despoblada de vacas y retratos de John Wayne se abraza a su homónimo español. Ambos lucen camisa informal y pantalón claro. 11.25: Laura Bush, liberada de su esposo, saluda a Velázquez y penetra en el Prado escoltada por Ana Botella y Luis Alberto de Cuenca. 12.40: José María y George pasean bajo las acacias hablando un híbrido anglo-castellano en genuina versión libre. 13.10: Laura irrumpe en el sagrado recinto de la Biblioteca Nacional con el permiso de Cervantes y la intertextual presencia de Racionero. Almuerzo al unísono: comida Real en Madrid con espárragos y huevos escalfados; comida medioambiental en Toledo con gazpacho y merluza con angulas. 17.30: convergencia y reencuentro en la Moncloa. Corbatas al cuello y traje oscuro. Rueda de prensa en los jardines ante 400 periodistas debidamente acreditados. 20.45: abrazos, despedidas y noche serena en la sede de la embajada americana.
17.20 horas en el Estado de Nueva York: Timothy McVeigh es incinerado en Pendlenton un día después de ser ejecutado con inyección letal en la cárcel de Terre Haute. 23 horas en Madrid: George descansa a pierna suelta mientras sueña con el escudo antimisiles y el protocolo de Kioto; Laura no se duerme. Piensa en Goya y en los fusilamientos del 2 de mayo. '¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Al infierno!'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de junio de 2001