Hace treinta años, me obligaron a asistir a catequesis para hacer la primera comunión. Sólo tenía ocho años, de modo que mi única defensa posible fue limitarme a mover los labios sin decir nada cuando repetíamos a coro las plegarias supuestamente aprendidas. A este mismo expediente recurrió mi marido hace catorce años cuando, haciendo el servicio militar, obligaban a los soldados a entonar canciones guerreras. Ahora, al parecer, nos veremos obligados a enseñar a nuestra hija a hacer lo mismo si pretenden que se aprenda Els segadors por decreto. Claro que, en algo han cambiado los tiempos; también pensamos presentar la correspondiente denuncia donde proceda.
Señor Pujol, deje de inventar enfrentamientos entre supuestos nacionalistas y no nacionalistas. ¿De verdad cree que imponiendo símbolos catalanistas desde el Gobierno lo arregla todo?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de junio de 2001