A propósito de una carta en la que se nos recordaba lo mal que está abandonar a los perros en vacaciones, además de apoyarla, quiero añadir que si los perros merecen cierta atención, desde luego mucha más la merece la gente mayor.
Soy voluntaria del Raval y no dejo de tener escalofríos al haber constatado que los hijos podemos olvidar a nuestros padres o dejarlos un poco de lado. Si esto ocurre ya en el día a día, en época de vacaciones es más frecuente. Nuestros padres, abuelos, parientes nos han ido dando más de lo que creemos: no sería justo pagarles con esta moneda. Valdría la pena contar con ellos: se lo merecen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de junio de 2001