Ted Demme podría ser uno de los personajes de Beautiful girls, la película que realizó en 1996 y en la que retrató el paso de la juventud a la madurez de un grupo de amigos que se resisten a dejar definitivamente atrás sus sueños de instituto. El director, de 35 años, presentó ayer en Madrid su última película, Blow. Demme es un tipo gordo, atractivo gracias a una mirada socarrona y altiva. 'En Beautiful girls hablaba de gente que conozco, de mi generación', dice. En Blow, el director ha tenido un proceso inverso: 'Tenía que contar la vida de alguien que me parece casi inimaginable'. 'Blow', añade Demme, 'es el retrato de un antihéroe. Visité a George Jung en la cárcel y me llamó la atención su carisma y simpatía. Es un personaje muy curioso. Con esta película no quería emitir juicios. Si la película tiene algún mensaje, éste es el de ver a un hombre de 58 años que lo tuvo todo, que ganó 100 millones de dólares [unos 20.000 millones de pesetas] en tres años y que al final se ha quedado aislado, envejecido y solo'.
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La taquilla ha respaldado a Blow, aunque la crítica no tanto. Según el director, los comentaristas de su país no le han perdonado que el filme no censura la revolución sexual e ideológica que supuso la cultura de la droga. 'Mi película, como Traffic, tiene una perspectiva distinta a los filmes de los ochenta que tratan el tema. La diferencia está en que yo, como Soderberg, vivimos con plenitud los años setenta, la explosión de las drogas, y eso nos hace tener otra percepción'. Demme prepara ahora un documental sobre la última edad dorada del cine norteamericano, precisamente la de esos años setenta. 'Será un documental sobre Coppola, Scorsese, Allen... sobre unos años que difícilmente se repetirán'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de junio de 2001