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Crítica:ROCK

Un grupo impresionante

Visionarios de un postrock que se arriesga como el nadador que se zambulle en el mar y nada lentamente en línea recta -sin preestablecer dirección o meta-, el sexteto madrileño Migala presentó los temas de Arde, su tercer disco, después de obtener enorme reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Aunque ellos odien las etiquetas, su especial modo de hacer música remite inmediatamente a Nick Drake, Nick Cave, Leonard Cohen o Serge Gainsbourg, entre otros apóstoles de las emociones extremas musicadas.

En Madrid, y rodeados por una multitud de ávidos seguidores de los que, en música, optan siempre por el lado más difícil, Migala mostró ser un grupo armado alrededor de una grandísima voz, la de su solista Abel Hernández, quien parece haberse aplicado sobremanera a la tarea de aprender a decir de modo convincente unas letras de poesía descarnada.

Migala

Abel Hernández (voz y guitarras eléctrica), Rubén Moreno (batería), Jordi Sancho (teclados, bajo), Coque Yturriaga (teclados), Diego Yturriaga (acordeón, teclado y coros) y Rodrigo Hernández (bajo, teclados) Sala Nasti. 2.000 pesetas. Madrid, sábado 16 de junio.

La noche, Times of disaster, La espera, El caballo del malo o Fortune's shows of our last, entre otros temas interpretados, están hechos de la materia de los primeros impactos emocionales de la adolescencia; de sentimientos y sensaciones cotidianas que, por alguna extraña razón, se prenden en el alma más que otros y dejan una agridulce huella teñida de melancolía.

Buena demostración de un estilo al borde, que va por su camino sin esperar otro reconocimiento que el que viene de los que admiten que también han sentido alguna vez las mismas emociones. Migala es un grupo que impresiona de verdad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de junio de 2001