Pero Pujol, con su frágil mayoría parlamentaria, no está dispuesto a dejar ningún cabo sueltos y mucho menos permitir que el aludido 'milagro' de Maragall le arruine el presente político. El presidente de la Generalitat quiere superar votaciones en el Parlament y poder gobernar, y el PP, de momento, le ofrece garantías suficientes para la supervivencia. Pujol lo verbalizó ayer en Helsinki al afirmar que sus objetivos en la actualidad son dos: la eficacia de la acción de Gobierno y lograr un acuerdo satisfactorio de financiación autonómica. El éxito en ambos casos depende de la buena marcha de las relaciones y negociaciones con el Partido Popular. 'No nos podemos ver frenados, y el único que tiene capacidad para frenarnos es la mayoría absoluta del PP', manifestó el presidente catalán.
Pujol se encargó de recordar que Convergència i Unió tampoco rompió con el Gobierno socialista, inmerso en 'condiciones dramáticas, envuelto en gravísimas acusaciones de campañas contraterroristas'. 'Los únicos que entonces defendíamos aquel pacto', añadió, 'éramos nosotros, mientras que los socialistas catalanes y Maragall estaban escondidos bajo las piedras y no decían ni pío'. Gracias a esta actitud de la coalición nacionalista, abundó Pujol, el Gobierno de Felipe González pudo negociar el mantenimiento para España de los fondos de cohesión de la Unión Europea y la Generalitat consiguió mayores transferencias para los Mossos d'Esquadra. 'Y lo que valía para antes también sirve para ahora', concluyó para que la oposición tome buena nota de ello.
Mientras, el presidente considera que los socialistas españoles y catalanes con sus teorías federalistas y Maragall con la moción de censura 'pueden continuar haciendo teatro'. 'Yo, a la mía', vino a decir Pujol.
¿Qué desencadenó este bombardeo de Pujol? Pues unas palabras pronunciadas por Pasqual Maragall en la mañana de ayer en Catalunya Ràdio sobre el presidente, a quien reprochó 'estar fuera de realidad catalana, como ahora que está en Helsinki'. El portavoz del PSC, Miquel Iceta, remachó la tesis de Maragall e intentó explicar en qué debe consistir el referido 'milagro' que debe hacer cambiar a CiU de aliado: 'Sería necesario que se dieran circunstancias que no somos capaces de prever para modificar nuestra previsión de moción de censura'.
Iceta fue más allá al asegurar que los planteamientos de Pujol de pactar 'con quien tiene el grifo ' es el mismo que utilizaron 'algunos catalanes llamados botiflers, que apoyaron a Felipe V'. Puestos en la polémia histórica, el secretario de organización de CDC, Lluís Corominas, replicó que el 'PSC es el que tiene más botiflers en sus filas'.
Con una actualidad política marcada por la fe en los milagros y las polémicas entre botiflers y vigatans, el secretario general de ERC, Josep Lluís Carod, volvió a instalarse en la equidistancia y se confesó 'aburrido' por los constantes anuncios y advertencias de Maragall de presentar una moción de censura y 'cansado' del rechazo de Jordi Pujol, quien en unas declaraciones a un periódico finlandés minimizó el peso político del independentismo en Cataluña. Carod consideró 'inapropiadas y lamentables' las afirmaciones de Pujol.
Artur Mas, por su parte, se refirió a estas afirmaciones del presidente catalán y matizó que si bien CiU no quiere la independencia de Cataluña, en realidad el nacionalismo de Convergència 'no tiene un punto de llegada concreto'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 19 de junio de 2001