Todos los martes hay un mercadillo al lado del cementerio de Canillas, en la calle de Silvano. Cuando pasa uno a las tres de la tarde, aquello es un estercolero; lleno de papeles, plásticos, maderas, restos de frutas y verduras que, cuando hace viento (lo cual es frecuente) se esparcen por todas las calles adyacentes.
Efectivamente, viene luego el servicio de recogida de basuras y lo limpian, pero yo me pregunto si no sería posible que pusieran en la zona del mercadillo unos contenedores para que los comerciantes echaran allí sus basuras y contribuyeran de esta forma, como cualquier ciudadano, a mantener menos sucia la ciudad.
¿O es que yo, en mi empresa o en mi casa, puedo echar todas las porquerías a la calle como si nada? Por otra parte, estos comerciantes, cuando tienen ganas de orinar, cruzan la calle de Silvano y allí orinan en la acera, ocultos convenientemente por unos setos que el Ayuntamiento no poda (a pesar de que son más altos que una persona). Es un martirio pasar los martes por la tarde por esa calle: la vista y el olfato se revuelven.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 19 de junio de 2001