Acostumbrados a las comedias trepidantes que propone el novísimo cine alemán, Berlin is in Germany es un puñetazo en la mandíbula del idílico concepto de la feliz Europa occidental. Las aventuras de un antiguo preso de la Alemania del Este (un ossie, como despectivamente los llaman sus compatriotas) en el mundo nuevo surgido tras la caída del muro configuran un retrato descarnado de la sociedad occidental visto por los ojos de los menos favorecidos. Pero, si en otras películas de la misma naturaleza los protagonistas son emigrantes venidos a la próspera Europa en busca de oportunidades, aquí son alemanes de pleno derecho que luchan contra su condición de ciudadanos 'de segunda' en brutal contraste con sus compatriotas de clase media. Stöhr ha realizado una película dura y sin concesiones, heredera en muchos momentos de los melodramas sociales de Fassbinder, que impacta pese a un almibarado final en el que se diluyen muchos de los logros alcanzados anteriormente.
Con mucho más ruido que la película alemana llegaba al festival Blinkende Lygter, avalada por el curriculo de su director, guionista de algunas películas inscritas en el manifiesto Dogma. Pero no hay ningún resquicio de Dogma en el filme danés, sino una correcta adaptación de los esquemas narrativos del western clásico a una historia moderna. A través de la huida de cuatro rateros por los inhóspitos bosques daneses, Jensen articula un discurso tan poco arriesgado como sencillo, salpicado con algunas gotas de humor, donde valores tan bien considerados en el cine como la amistad o la fidelidad se solapan con la utilización del paisaje como protagonista.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de junio de 2001