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OPINIÓN DEL LECTOR

'Giulio Cesare'

El pasado domingo pude asistir en el Liceo a un ensayo general de la ópera Giulio Cesare, de Händel. Los críticos de ópera básicamente hablan de la música y del canto. De acuerdo, pero hoy la teatralidad asume un papel importante de actualización que debería aparecer en la crítica. En el caso de Giulio Cesare bajo la dirección de Herbert Wernicke, pude comprobar cómo construye un nuevo código de imágenes dentro de una escenografía espléndida como continente para resolver los 3 actos y 11 cuadros. La variedad de estilos y cronologías empleados hace difícil su descodificación. Leí el texto de la obra antes de asistir al ensayo y no pude concretar la acción de la ópera con la propuesta de Wernicke. No estoy en contra, sino todo lo contrario, de la actualización de la ópera, pero pienso que no se debe confundir al espectador con lenguajes teatrales incoherentes. El director de escena ha de pensar que el espectador ideal es el que asiste a una ópera sin conocer el texto ni la música.

Pondré tres ejemplos vistos en el Liceo donde música, canto, interpretación y teatralidad están armónicamente sincronizados: Moses und Aron, de Schönberg, en 1985; Lohengrin, de Wagner, en 2000, y Billy Budd, de Britten, en 2001. Agradezco al Liceo esta apertura.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de junio de 2001