La convocatoria de una junta general de fiscales de Tribunal Supremo por parte del fiscal del Estado, Jesús Cardenal, cogió ayer a contrapié a la mayoría, que no recuerda que en los últimos 11 o 12 años se hubiese planteado para abordar un 'asunto concreto' y menos para dilucidar sobre la declaración de un aforado.
En los últimos años, sólo la Junta de Fiscales de Sala que rechazó la imputación de Felipe González, Narcís Serra y José María Benegas y pidió el suplicatorio para José Barrionuevo, por el caso GAL guarda alguna similitud con lo que Cardenal pretende ahora. Pero aquella fue una junta a vida o muerte para todo un Gobierno , y ahora se trata sólo de que se explique un ministro.
La convocatoria de ayer resultó molesta para buena parte de los fiscales del Supremo, la mayoría de los cuales casi nunca aparecen por una reunión en la que tiene poco que decir. En general, opinan que los fiscales de lo civil, de lo contencioso o de lo social tienen poco que aportar a un complejo dictamen penal elaborado durante semanas o meses por especialistas.
De ahí que el resultado de esa junta resultase incierto y sólo estimable en función del número de asistentes. Sólo con que hubiesen asistido los 22 fiscales de lo penal -la mitad de todos los del Supremo-, Cardenal muy posiblemente habría perdido la votación. De ahí lo extraño de una convocatoria, fiada tal vez a la tradicional inasistencia de sus destinatarios.
Cardenal tratará de obtener ahora el respaldo de su estado mayor, aunque la votación se prevé muy ajustada. De los 14 generales de la Fiscalía quizá hay ya al menos media docena que respalda a los de la Sala Penal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de junio de 2001