Este junio, Madrid se ha llenado de carteles publicitarios con el obsesivo motivo del cuerpo femenino. Me pregunto por qué tantas madres y padres tienen que aguantar que sus hijos pequeños vean necesariamente estosreclamos publicitarios, que dicen muy poco respecto a la creatividad del publicitario y bastante respecto a qué idea se hacen de los consumidores. No sólo es una publicidad de miras cortas y bajo vuelo; se trata, además, de una publicidad antifamiliar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de junio de 2001