El terrible suceso ocurrido hace unos días en la vivienda situada en una urbanización de Pozuelo, cercana a Madrid, en la que el asaltante, después de asesinar al padre, herir a la madre y a una hija intentó violar a la hermana pequeña, ha conmocionado a la ciudadanía. Parece ser que las llamadas a la policía de la madre herida surtieron efecto con retraso. Lo sorprendente, sin embargo, es que el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, al afrontar la situación, declaró que sería conveniente que las familias acudiesen a la 'seguridad privada' para protegerse de casos como éste. El escándalo que se ha organizado ha sido mayúsculo. ¿Es que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no pueden proteger a los contrbuyentes?
Parece ser que los efectivos de la policía nacional están mermados. Tampoco, según se asegura, cuentan con los medios adecuados. El ministro del Interior, Mariano Rajoy, ha declarado que 'la escasez de agentes de la policía es una herencia socialista'. ¡Vaya por Dios! No diré que el ministro no tenga razón. Puede que la tenga. Pero, ¡caramba!, esa herencia que recibió el PP, con su presidente Aznar al frente, de los malvados socialistas data de hace, por lo menos, cinco años. Y habíamos llegado a la conclusión, según las encuestas, que el ministro del Interior que ha ocupado el cargo desde entonces hasta que decidió presentarse a las elecciones vascas, Mayor Oreja, era el político más valorado del Gobierno, incluido el mismísimo Aznar. Teníamos un ministro del Interior que era una joya. Después de cinco años al frente de su departamento había conseguido ganarse la confianza y el elogio de los ciudadanos. Su actuación frente a ETA había sido ejemplar. Su política antiterrorista era aprobada cum laude por la ciudadanía. Según las encuestas, claro. Teníamos el mejor ministro del Interior desde la transición. ETA seguía actuando criminalmente con sus atentados y asesinatos. Pero Mayor Oreja siempre aparecía ante los medios públicos alentándonos a 'permanecer unidos' porque, así, venceríamos a los asesinos de ETA.
Ahora, su sustituto, Rajoy, nos advierte de que la escasez de agentes de policía para atender lo que podríamos decir la 'delincuencia común' es una 'herencia socialista'. Mayor Oreja, como es sabido, tuvo que dedicar sus esfuerzos a combatir el terrorismo con los positivos resultados que todos conocemos. No podía atender, al mismo tiempo, a acabar con la delicuencia común para lo cual, y como ha señalado Rajoy, la herencia socialista le había dejado en una situación de escasez de agentes. Consecuencia de todo lo dicho: dada la precariedad en que la herencia socialista dejó a los efectivos policiales, fuera conveniente que, como dijo el delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, los ciudadanos procuren buscarse su seguridad en las compañías privadas. Y en cuanto a las actuaciones terroristas, ya le ha advertido el ex ministro Mayor Oreja al lehendakari Ibarretxe que, 'a ver qué hacemos', porque acabar con ETA es responsabilidad suya. O sea, que esto de la seguridad ciudadana de los españoles, si se trata de la delincuencia común y no es satisfactoria la actuación de la policía, la culpa es de la herencia socialista. Y si se trata del terrorismo de ETA, la culpa será del lehendakari. ¡Estos chicos del PP son más listos que el hambre! Y si encima, el cardenal fiscal les soluciona eso de Piqué, ¿qué más quieres Baldomero?
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de junio de 2001