Quiero avisar a la población con hijos para que vaya con cuidado con los perros en los parques y las plazas públicas de Barcelona. Tengo una hija de seis años. Normalmente, cada tarde íbamos a los jardines Marià Manent, en el Putxet, a jugar en la pequeña zona de columpios. Desde hace unos meses, después de sufrir molestias en el pecho y de haberle efectuado varias exploraciones médicas, a mi hija le han diagnosticado un quiste hidratídico en el pulmón. La conclusión de los médicos es que se trata de una infección fruto de un parásito ocasionada por restos de excrementos de perros. Ahora estamos a la espera de que nuestra hija sea operada del pulmón.
No tenemos ningún perro en casa, ni tampoco tienen los familiares o amigos que frecuenta nuestra hija. El único sitio donde hay perros (aunque esté prohibido) es en dichos jardines públicos. Algunas veces la zona de juegos aparece llena de excrementos. Las autoridades municipales hace tiempo que se desentienden de frenar la proliferación de perros en las plazas públicas.
Ya ven: los perros no son tan inocentes como parecen. Pero por el momento, para las autoridades públicas, los perros tienen preferencia frente a los niños. Gracias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de junio de 2001