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DESPUÉS DE AUSCHWITZ

Filósofos de las dos orillas proponen pensar el Holocausto desde miradas más amplias

La revista 'Isegoría' reúne visiones de historia, teología, estética del horror, literatura o cine

Llenar el vacío de la cultura hispana sobre el Holocausto es lo que pretende el monográfico que ha editado la revista Isegoría, que recoge una serie de artículos en los que autores de España y Latinoamérica reflexionan desde distintos puntos de vista sobre la tragedia que vivieron millones de seres humanos durante el exterminio nazi. En pararelo, se han editado varios libros que abordan la vida y la muerte en los guetos y los campos. Teofila Reich-Ranicki ha reunido las acuarelas que pintó durante el tiempo en que estuvo en el gueto de Varsovia. Y precisamente en Polonia se celebra una exposición permanente, que muestra la destrucción de Lublin, donde vivían 140.000 judíos.

Desde Madrid, Buenos Aires y México llega una rareza en el panorama del pensamiento hispanoamericano. Un monográfico de la revista Isegoría, que publica el Instituto de Filosofía del CSIC, trata de llenar el vacío que Reyes Mate, editor del número, califica como 'la gran incultura hispana sobre el Holocausto'.

Un vacío que parece mayor frente al alud de textos y testimonios, nuevos o reeditados, que aparecen en Europa últimamente. Reyes Mate no olvida el caso señero de Jorge Semprún, ni aquel libro pionero de Monsterrat Roig, ni la serie de los Campos de Max Aub, y aunque aprecia acercamientos recientes a las barbaries del siglo como el de Muñoz Molina en Sefarad, pone el acento en que 'Semprún escribe en francés, como Michel del Castillo', y en que 'ellos son los dos españoles que más cosas han dicho sobre la Shoah'.

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El trabajo desarrollado por el equipo de una veintena de investigadores de ambas orillas y distintas disciplinas ha durado ocho años y ha culminado con la edición del número La Filosofía después del Holocausto, con textos de Jacques Derrida, Juan Mayorga con el propio Mate, José Jiménez Lozano, Santiago Kovadloff, Juan Antonio Zamora, José Miguel Marinas, Miguel García-Baró y otros.

Tanto Jiménez Lozano como Marinas subrayan que España ha sido la campeona histórica en la cuestión judía, en la demonización del semitismo. Su idea es que la identidad antisemita española, materializada en la expulsión sistemática de todos los judíos, sentó las bases del Holocausto, esa cosa innombrable y atroz que, sin embargo, vieron venir algunos avisadores del fuego como Kafka o Walter Benjamin, como recuerdan Mate y Mayorga en su artículo común.

Otros denuncian el peligro de banalizar la tragedia, la conversión del exterminio nazi en un espectáculo más, por ejemplo su traslación al cine en La lista de Schindler, película calificada por Mate, Antonio Gimeno y Marinas como 'una trampa, una mirada falsa y ficticia, a veces obscena y de final feliz, que ayuda al público de masas a pensar que la barbarie es agua pasada'.

Ricardo Forster y Kovadloff insisten en sus textos en denunciar que no hay razones para estar satisfechos del presente, porque otros holocaustos siguen sucediendo aquí y ahora: en África, Asia, América Latina...

En paralelo a este nuevo compromiso de los filósofos latinoamericanos y españoles con las víctimas de la Shoah, Mate, Gimeno y Marinas recuerdan el clamoroso silencio histórico de los intelectuales españoles ante la tragedia ('Ortega no le dedicó ni una línea', dice Mate), y el de los políticos europeos ante la dimensión industrial que adquirió la maquinaria nazi.

Y añaden que la visión que Steiner da de una Europa disociada, que no distingue el bien del mal, que por la mañana escucha a Mozart y por la tarde extermina revela la actual decadencia de la cultura occidental. Se trataría, pues, de refrescar esa cultura, de estimularla con visiones más amplias y cruzadas, de dialogar con las tendencias francesas y anglosajonas, de superar la posmodernidad que nos sume en el olvido.

Para ello hace falta, dicen los filósofos, que los libros educativos españoles empiecen a ocuparse seriamente del asunto (lo apuntan Bárcena y Mélich al final del libro-revista), y, sobre todo, que los supervivientes españoles comiencen a salir del anonimato, a dar sus testimonios, a romper su silencio de hielo. 'Porque ellos son las mejores fuentes para conocer la verdad del horror'.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de junio de 2001