Mientras me acercaba una compañera al trabajo en su automóvil, y éramos presa del atasco con ocasión de las obras de remodelación de Santa María de la Cabeza, pensé en la gran cantidad de vehículos particulares que hay en Madrid, pero, al tiempo, se me hizo clara también la situación que yo mismo padezco con el transporte público desde hace dos años.
Vivo en la urbanización El Bosque, en las afueras de Villaviciosa de Odón. Desde mi casa tengo que andar 30 minutos -intento, por principios, resistirme a tener coche- hasta la parada del autobús a Madrid, sita en lo que hoy es uno de los extremos del área urbanizada. La compañía de autobuses Blas & Cía, encargada del transporte público de viajeros desde Príncipe Pío hasta la entrada a dicha urbanización, se niega a prolongar el servicio en, simplemente, una parada más, hasta el centro, más equidistante para todos los vecinos.
Por lo visto ya hay otra línea de autobuses de la misma empresa que recorre el interior, pero que, como interior que es, resulta esporádica e insuficiente.
Durante años la alcaldía lleva negociando el tema con la empresa y el Consorcio Regional de Transportes, sin resultado alguno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de junio de 2001