Eneko Llanos, alavés, y Craig Watson, neozelandés, hicieron ayer del triatlón de San Sebastián-Memorial Onditz una persecución en tres actos: en bañador, con la cabeza en el manillar y, finalmente, en zapatillas. A Llanos le faltaron dos minutos para echar mano del veloz Watson, intratable en la carrera a pie que decidió la prueba. Y a Virginia Berasategui, mucho menos presionada por sus rivales, le sobraron cuatro minutos en la línea de meta.
La prestigiosa cita donostiarra, disputada sobre la distancia olímpica (1,5 kilómetros de natación, 40 de bicicleta y 10 de carrera a pie) enseguida se resumió en un intenso tira y afloja entre Llanos y Watson, ambos olímpicos en Sidney. El vencedor abandonó en primer lugar las aguas de La Concha; Eneko, dos puestos por detrás. Ya no se separarían. Ambos se destacaron notablemente del resto de aspirantes en el turno ciclista, alcanzaron con minuto y medio de ventaja el punto donde debían calzarse las zapatillas y allí se separaron. De hecho Watson, cuyo fuerte es el atletismo, apenas padeció para abandonar una compañía que amenazaba con perpetuarse. Incómodo, Llanos perdió pie y empezó a acostumbrarse a la idea de dejar escapar un triunfo que tampoco pudo obtener hace un año, por culpa entonces de un accidente en bicicleta. Le queda el consuelo de su victoria en 1996, o la de su hermano Héctor, en 2000.
La vizcaína Virginia Berasategui vivió la prueba femenina de forma mucho más solitaria, limitándose a vigilar por encima del hombro y con prismáticos a la francesa Helene Salomon, que aspiraba a un doblete. La posibilidad se le escapó desde las primeras brazadas en la salida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de junio de 2001