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VISTO / OÍDO

El orgullo de ser

Ah, no, nadie está contra la homosexualidad. Los antiguos caballeros que les insultaban utilizaban su condición como insulto o como para hacer recaer sospechas sobre otros, ya no están en contra. Claro que... El 'claro que', el 'pero', la 'tolerancia', las figuras retóricas de '¿Pero querrías que tu hijo...?', corroen la vida española. Plantean la afirmación retórica pero negativa, prohibida. A veces dos o tres artículos de estos caballeros coinciden en un periódico y se complementan, como si fueran el resultado de unas conversaciones, y vienen a decir que cada uno puede ejercer su sexo como quiera, pero... ¿Por qué orgullo? Pero es que el orgullo es la respuesta a la humillación: es el orgullo de ser. Como se es.

Y ¿por qué han de adoptar niños? Porque se pueden adoptar, y no hay pruebas válidas de que los hijos hereden las costumbres de los padres; y porque si las heredasen, daría igual: tendrían su libertad de ser. Y esas manifestaciones son horribles: son locas, histéricas, antiestéticos hombrazos de vello y senos. Están mostrando lo que ha sido apaleado, asesinado, oculto: los que todavía son denunciados en más de medio mundo. Que se les vea a la luz pública. Su matrimonio es un disparate lingüístico y lógico: no pueden ser madres, no pueden fundar una familia (sobre todo si les prohíben la adopción). Pero necesitan las seguridades, los beneficios sociales, las trasmisiones, las herencias, que la burguesía inventó para las parejas. No se puede considerar que son normales, naturales. ¿Por qué? Lo que existe, es.

La sociedad está llena de peligros para ellos y ellas, hombres y mujeres que tienen, por lo que sea -qué importa-, unas preferencias no mayoritarias. Los sufrimientos de los niños o adolescentes cuando advierten que van prefiriendo a los de su propio sexo y que van a caer en la raza maldita; el terror de que se enteren los padres, no sólo por cómo pueden maltratarlos, sino por el dolor que van a causarles; el miedo en los colegios, y en el trabajo, y en el ejercicio de su sexualidad libre y clara... No suelo recomendar la salida del armario a nadie hasta que no tenga clara su situación. Más vale la clandestinidad que una revelación a destiempo: también los heterosexuales las hemos tenido, y las tienen, y las amenazas de las gentes de orden. La manifestación, las fiestas, los textos, los discursos, pueden ayudar a los humillados. Por eso tiene sentido la palabra orgullo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de junio de 2001