Un hombre chino que busca asilo político en Estados Unidos asegura que, como médico en China, participó en extirpaciones de córneas y cultivo de piel a más de 100 prisioneros ejecutados, incluyendo a uno que aún no había muerto. Wang Guoqi, que desertó durante un viaje a EE UU, denuncia que el hospital donde trabajaba, dependiente de la policía china, obtenía enormes ganancias con la venta de órganos. Wang asegura que el hospital pagaba a oficiales de seguridad 37 dólares por cada cuerpo de los ejecutados y luego vendía los órganos por miles de dólares.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de junio de 2001