Quizás dentro de unos años los estudiantes de literatura repasarán en las hemerotecas la sección de Cartas al Director de EL PAÍS. Extraerán de ella las sabrosas cartas cruzadas entre autores en la cúspide literaria y periodística del presente inicio del milenio. Ahí están Julio Llamazares y Miguel García-Posada, Fernando Savater y Eduardo Haro Tecglen, Juan Goytisolo y Javier Marías, por sólo citar algunos de los últimos ejemplos publicados.
Los lectores nos deleitamos con un género -el epistolar- que parecía condenado al olvido, que se echaba en falta desde las misivas que se dirigían Chesterton y Bernard Shaw, o Kafka y su editor, su padre o su amada, o San Pablo y los Corintios, y que su periódico (el nuestro, quiero decir) recupera para gozo general.
Para el resto de lectores-escritores de esa sección es un orgullo y un placer compartir espacio con plumas tan señeras y señaladas. No importa quién tenga razón: todos salimos ganando.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de junio de 2001