He leído con horror su artículo sobre el replanteamiento del programa de becas de doctorado para estudiantes extranjeros que la Agencia Española de Cooperación Internacional dirige desde hace medio siglo y quisiera solidarizarme con su protesta y repulsa hacia la destrucción sin sentido de un programa académico tan valioso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de junio de 2001