Tengo 18 años. Estudio periodismo en Sevilla. Y vivo en un país, España, sin memoria. Sin memoria porque, simplemente, el aznarismo ha impuesto la ley del olvido, la confusión.Nuestro máximo gobernante responde a la petición de revisar las sentencias de fusilados del franquismo: 'No hay fundamento'. Claro, el pasado es el pasado y, como los fondos reservados, lo utilizo cuando me conviene y quiero: aquella etapa de corrupción del final del Gobierno socialista. Ese pasado sí vale, y mis 'trompetistas', que toquen conmigo, entonces y ahora, socialismo igual a corrupción; PP, la salvación. Leo en EL PAÍS del pasado 22 de junio que el historiador Gabriel Jackson opina que la transición implicó un pacto contra la memoria histórica. Pero, y ahí voy: 'Ahora bien, la desmemoria histórica es un fenómeno muy extendido. Por ejemplo, los jóvenes de EE UU ignoran todo sobre las guerras de Corea o de Vietnam'.
Me lo temía... Ya sabía yo que Bush y Aznar no hablaron sólo de escudos antimisiles y pena de muerte. El PP imita la visión dulce y sin ideología donde el golpe de Estado del tirano se llama 'pasaje histórico'. Sí, ahora entiendo por qué la propuesta socialista sobre política exterior son 'simples ocurrencias'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de junio de 2001