La incertidumbre sobre quién sucederá a Wim Duisenberg como presidente del Banco Central Europeo contribuye poco a inspirar confianza en el euro y suscita dudas acerca de la credibilidad de la toma de decisiones europea. Si 12 países no pueden llegar a un acuerdo sobre quién debe ser su banquero, ¿cómo van a abordar asuntos de mayor envergadura, tales como la ampliación de la UE?
(...) El Gobierno francés afirma que en mayo de 1998 Duisenberg había prometido abrir camino, a mediados de su mandato de ocho años, a Jean-Claude Trichet, director del Banco de Francia. (...) Pero en este momento se está investigando si Trichet estuvo de alguna forma relacionado con un caso de falsificación de cuentas de Crédit Lyonnais antes de su privatización. Para el Banco Central Europeo sería un desastre que su presidente se viera envuelto en una investigación judicial. (...)
La solución más obvia sería que Duisenberg se quedara, ya que aunque se le ha acusado de confundir a los mercados con sus breves explicaciones de la estrategia monetaria del Banco Central Europeo, ha probado ser competente. La continuidad reforzaría la credibilidad del banco. De no ser así, los Gobiernos europeos deberán apuntar un nuevo candidato pronto, (...) ya que sería dañino que esta incertidumbre sobre su liderazgo se mantuviese.
No es momento de practicar ningún sucio toma y daca político. Europa ha cambiado desde 1998 y ninguna bandera debería relacionarse con ningún cargo político. Aquí está en juego más que el amor propio de una nación.
Londres, 2 de julio
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de julio de 2001