El Roto escribe: 'La mayoría de las ONG acaban siendo subcontratas del Gobierno'. Creo que debería repetir la viñeta lanzando letras al aire y dejando que cayeran de la siguiente manera: 'El Gobierno quiere que las ONG acaben siendo sus subcontratas'. Desde hace algunos años, lo que parecía la carencia de políticas de desarrollo, cooperación y solidaridad, se ha descubierto como una estrategia definida y clara sobre lo que debe ser esta sociedad y su participación social. No sólo han aumentado las subvenciones recibidas por las tradicionales organizaciones conservadoras, eclesiásticas, del Opus Dei, sino que nuevas organizaciones desconocidas hace años se han colocado a la cabeza del ranking en esta última etapa.
No sólo eso. Frente al fomento de la participación comprometida, responsable y participativa que requiere cualquier organización democrática, se ha fomentado la figura del voluntariado aséptico e irresponsable: chavales recogiendo monedas para los pobres, jóvenes portando banderitas en determinados días del año, etcétera. No sólo eso: se restringen las ayudas a países donde el Gobierno tenga interés comercial o diplomático.
Frente a esto: muchas (no la mayoría) ONG se convierten en alumnos ejemplares, trabajando donde hay dinero, recibiendo millonadas para potenciar el voluntariado inocente y convirtiéndose en temas de estudio para seminarios de contabilidad perfecta. Además, existen organizaciones independientes, con líneas políticas definidas, que trabajamos donde queremos y podemos desarrollar políticas serias de cooperación y transformación coordinada con las asociaciones del sur; colaboradores, socios y socias que participan, deciden y se responsabilizan de un trabajo inteligente y constructivo.
Es cierto que las estamos pasando duras en estos tiempos, que nos cuesta mantenernos y que, si lo hacemos, es gracias a la calidad de nuestro trabajo y el compromiso con nuestros compañeros y compañeras del Sur. También es cierto que, a veces, hacemos el trabajo que no hace el Gobierno: atención a inmigrantes, apoyo a los enseñantes con programas de sensibilización en las escuelas.
Pero también es cierto, Roto, que seguimos estando aquí. Y que seguimos necesitando la ayuda, las ideas, el trabajo, el dinero y la participación de mucha gente. Un ejemplo: campaña de apoyo a la mujer afgana. Mañana más.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 3 de julio de 2001