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OPINIÓN DEL LECTOR

Ruido y derechos humanos

Cuando desde la Asociación Catalana contra la Contaminación Acústica hablamos del ruido impuesto por el ocio y la fiesta, pública o privada, ante lo palmario del problema, nos parece increíble tener que explicar, justificar o reivindicar algo. Pues bien, no sólo hemos de intentar convencer a una parte de la ciudadanía para que entienda el problema y a la otra parte de que sus derechos a divertirse acaban cuando están violando el derecho al descanso de los demás, sino que hemos de luchar sobre todo contra la demagogia populista de una camarilla de (ir)responsables, dentro de la clase política, que se aplican con entusiasmo a la tarea de legitimar todo lo que sea diversión. Es la prioridad. En el colmo de la burda manipulación pretenden además vendernos diversión como cultura. Que es negocio ya lo sabíamos, pero que desde los ayuntamientos se fomente la violación sistemática de nuestros derechos en nombre de una mayoría que ellos se encargan de alimentar y embrutecer para tenerla entretenida, nos parece digno de ser llevado ante el Tribunal de La Haya. La servidumbre a las mayorías ¿da derecho a justificar cualquier cosa? ¿Millones de moscas comiendo mierda no pueden estar equivocadas?.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de julio de 2001