'Hay algunas megafonías en grandes espacios públicos madrileños que parecen instaladas por los enemigos de la comunicación entre personas', ironiza un joven. 'En estaciones de autobuses interurbanos o de metro, o en aeropuertos, así como en salas abiertas al público de hospitales, los mensajes resultan ininteligibles, sobre todo cuando se producen varios al mismo tiempo. Las modulaciones del sonido suelen ser horrorosas y casi siempre se basan en la estridencia, más que en la nitidez del sonido. Creo que hay algunos, más bien muchos, técnicos de sonido en paro y no estaría mal que invirtieran dinero en contratarles, porque de eso sí saben', propone.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 5 de julio de 2001