A punto de cumplirse el 701 aniversario de la fundación de la Villa de Bilbao, nos gustaría reflexionar sobre el papel que, en las celebraciones del evento, ha venido jugando el Casco Viejo, Centro Histórico y alma de un Bilbao que inicia con brío el tránsito por un nuevo siglo y milenio.
A lo largo de todo este año, el Casco Viejo se ha convertido, gracias a la labor de los organizadores de las celebraciones, en un gran crisol cultural donde, junto con la permanente realidad de sus monumentos y las pequeñas aportaciones de vecinos, y comerciante, han brillado con luz propia la Biblioteca Municipal de Bidebarrieta, y las numerosas jornadas, y exposiciones que han mantenido permanentemente de gala al histórico edificio y el Teatro Arriaga, con una programación más cuidada si cabe.
Y ahora, cuando enfrentamos la txampa final de las celebraciones, de nuevo el Casco Viejo es el protagonista de las mismas, no nos queda, sino agradecer a los bilbaínos y visitantes, y especialmente a los organizadores y patrocinadores de los eventos, el protagonismo que ofrecen al Centro Histórico que sienta las bases para un futuro Casco Viejo vestido de cultura y prosperidad. Gracias Bilbao.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de julio de 2001