Hace un año remití una carta como protesta por la infernal noche de San Juan que nos dio la falla de mi calle. Como lo cortés no quita lo valiente, aprovecho la ocasión, ahora que ya se ha celebrado la de este año, para dar las gracias a los organizadores de la falla por su buen hacer en la presente. Quiero entender que la fiesta de la noche del 16 de junio es una muestra del respeto que a la falla le merecen sus convecinos y de que no es moral ni ético invadir el entorno íntimo de la vecindad y caer en el libertinaje rompedor de la libertad de los demás; aunque me queda un cierto resquemor cuando pienso, dada la situación de caos que reina en la zona del Jardín de Ayora por la construcción del metro y, siendo un poco ligero de pensamiento, si la actitud para con la fiesta de este año no será debida a esa situación caótica que he mencionado. Sea lo que fuere, agradezco de corazón el comportamiento tan adecuado que la falla ha tenido este año.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de julio de 2001