Durante estos meses veraniegos son muy frecuentes las fiestas que se desarrollan en los diferentes barrios y distritos de la ciudad de Madrid, la mayor parte de ellas organizadas por las Juntas Municipales de Distrito.
Estas fiestas facilitan un adecuado esparcimiento entre los vecinos, proporcionando diversión y entretenimiento. Dependiendo de los barrios y del espacio utilizable, se suelen instalar coches de choque, instalaciones recreativas para los más pequeños, puestos de dulces, bebidas, etcétera, y en muchos casos una plataforma para la actuación de grupos musicales, que amenizan con sus actuaciones estas agradables veladas.
Hasta aquí todo correcto. La única observación que hago a los responsables de estas actividades se refiere a la hora en la que deben finalizar las mismas, sobre todo las actuaciones musicales, ya que es muy alto el nivel de decibelios que producen y, al estar en plena calle y por la noche, el ruido llega a una distancia bastante considerable.
La mayor parte de la gente tiene que trabajar, y eso implica que deben madrugar al día siguiente, de modo que más de uno se ha visto desvelado por este ruido, que en algunas ocasiones se ha prolongado más allá de las tres de la madrugada.
En resumen: fiestas de barrio sí, pero no más allá de las doce de la noche, sobre todo si al día siguiente los vecinos han de trabajar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de julio de 2001