Hace unos días, el consejero de Obras Públicas de la Comunidad decía que el estado de las estaciones antiguas de metro era pésimo y que lo ideal sería rehacerlas de nuevo. Creo que tiene razón y que, aunque el coste sería elevado, poco a poco se deberían reconstruir empezando por las más importantes, y no con operaciones de maquillaje sino con una renovación total, pues el mayor problema es la estrechez de las estaciones y no sólo su lúgubre aspecto.
El ejemplo a seguir sería el de la estación de Canal, surgida amplia y funcional donde antes sólo había tunel. En Madrid tenemos en realidad dos redes de metro, la magnífica red de las últimas décadas y la desastrosa red antigua.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de julio de 2001