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AJEDREZ

'Pas de deux'

Estudio de T. Gorgiev. Revista 64, 1929. Este memorable estudio, que conviene rever cada tanto tiempo, no sólo contraviene y relativiza un dogma que el aficionado suele considerar intangible, sino que presenta, en su espléndida solución, el ritmo propio de un ballet. Las blancas tienen una pieza de ventaja, pero, al no haber peones, da la impresión de que el segundo jugador no debe tener problemas para empatar. Si las blancas consiguen ganar uno de los caballos negros sin perder su alfil ganarían, pero el camino de la verdad marcha por senderos muy diferentes. El primer movimiento es 1 Rb6, que ataca el caballo de a7. La aparente 1... Cc6 pierde de inmediato ante 2 Ag3 j., Rd7 (o 2... Rd5) / 3 Cg8-f6 j., Re7 / 4 R - c6 ganando, de modo que hay que jugar 1... Cc8 j. / 2 Rb7, Ce7 (otra vez forzada, pues si 2... Rd7 / 3 Cg8-f6 j., Rd8 / 4 Aa5 j. y se vuelve a ganar la pieza). Ahora el rey negro no puede separarse de su caballo de d6, por lo que las blancas comienzan el acoso: 3 Ag3 j., Rd7 / 4 Cg8-f6 j.!, Rd8. Y ahora da la sensación de que las negras se han salvado de manera definitiva; sus dos piezas han quedado sólidamente defendidas y el búnker que constituyen junto al rey parece inexpugnable; sin embargo, las blancas fuerzan la victoria por medio de una secuencia rítmica que, además, demuele el falso aserto de que 'dos caballos solos no dan mate': la jugada es 5 Ac7 j.!!, que parece un disparate: ¿cómo piensan ganar las blancas después de 5... C - c7? Precisamente en este momento sobreviene la danza mortal de los caballos blancos: un pas de deux digno de una coreografía de Petipa: 6 Ce5! (amenaza 7 Cf7 mate) 6... Ce7-d5 / 7 Cc6 mate.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de julio de 2001