Son los que pululan por algunos parques y compiten para ver quién bebe más. 'Soy quien más aguanta y, encima, estrello las botellas contra el suelo. Armo ruido, soy importante y controlo a los demás'. Lo que no aparece, en su alucinación etílica, es el grave peligro que van sembrando para los que vengan detrás: niños, otras personas o perros. Ayer, en el parque de la calle de Indústria esquina con la de Marina, se cortó los tendones y estuvo a punto de morir desangrado mi perro Zarko al tropezar con unas botellas rotas por energúmenos sueltos.
Zarko es un labrador y, al ser yo tetrapléjico, es mi mejor amigo y cuidador. No existe el mundo, en abstracto, sino nuestro mundo: el de cada uno, según su perspectiva personal. Zarko es mi mundo. A algunos detractores de los perros (¿desprecian cuanto ignoran?) les diría que los perros humanizan. Y a las hordas salvajes, no sé ni qué decirles.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de julio de 2001