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COLUMNA

Codazos

Uno de los efectos más evidentes del 'estilo Rodríguez Zapatero' ha consistido en recuperar la compostura. El PSOE era, cuando llegó el líder de las ideas tranquilas y las iniciativas sorprendentes, un espacio sin ideas y sin iniciativas, inhóspito y bronco, donde la gente se empujaba, se zancadilleaba, se daba brutales pisotones y hasta se escupía sin ningún recato. No es que ahora sea un paraíso, pero el principal partido de la oposición ha restablecido en cierta medida los modales. El fenómeno tiene que ver con un análisis elemental: es en la sociedad, de cara a la opinión pública, en las instituciones y en la calle, ante el electorado, donde hay que poner la atención y el esfuerzo porque ahí radica la legitimidad de la política. No todos lo han entendido. En la ciudad de Valencia, el secretario local del PSPV, Rafael Rubio, pretende destituir a Ana Noguera como portavoz municipal con la poco disimulada intención de colocarse en puesto de salida para la nominación del candidato a la alcaldía en las próximas elecciones. Arguye el aparato socialista de la capital, donde permanecen agazapados los viejos fantasmas de la tribu, todo tipo de miserias orgánicas para justificar lo que no tiene sentido fuera de las agrupaciones. Ana Noguera ha dado la cara en un contexto extremadamente hostil desde que encabezó el cartel electoral y la ciudadanía la identifica en la tarea de hacer frente al populismo avasallador de Rita Barberá. Si debe repetir o no es algo que su partido tendrá que calibrar y decidir mirando más allá de los despachos y sopesando todas las opciones, sin escamotear previamente una de las más obvias de un codazo. Las posibilidades de la izquierda en una ciudad cada vez más de derechas no están como para disparar cohetes. A la dirección del PSPV, que encabeza Joan Ignasi Pla, habría de bastarle un gesto para hacer valer su autoridad ante una refriega cuyos rendimientos sólo pueden consistir en desarbolar la oposición al PP y dejar vía libre a la alcaldesa. La táctica de los codazos, mezquina y mediocre, no encaja en el nuevo estilo del PSOE. Si se impone en Valencia llevará una vez más la alternativa de izquierdas al colapso.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de julio de 2001