El otro día asistí a un espectáculo de cante flamenco en el local que un grupo de socios, unas veinte personas, tiene en Leganés -aunque la asistencia habitualmente es mucho mayor, alrededor de 40 personas (no hay más aforo) al ser un espectáculo gratuito-, y me quedé gratamente sorprendida de la buena organización y de lo bonito de este tipo de actos al que yo no había asistido nunca y del que tampoco sabía ni sé absolutamente nada.
Pero, a pesar de ello, sentí una sensación familiarmente extraña, como si llevara toda la vida asistiendo a estos eventos, y buena culpa de ello la tuvieron las propias personas responsables e invitadas que allí se encontraban y que me acogieron magníficamente bien.
También, desgraciadamente, vi el olvido en el que están inmersas este tipo de asociaciones, costeando por cuenta de los socios un espectáculo que debería de estar como mínimo apoyado moralmente por el Ayuntamiento de Leganés; máxime teniendo en cuenta que hay asociaciones que no se sabe muy bien para qué sirven y cuál es su utilidad social, que tienen una subvención anual del Consistorio.
En cualquier caso, comentaban que ellos lo único que necesitan es un local que reuniera las mínimas cualidades para estas celebraciones, pues el que tienen, además de ser cedido, está ubicado en los bajos de unas viviendas; por tanto, están supeditados a cantar en horas muy limitadas, es decir, nunca después de las once de la noche. Algún responsable municipal debería hacerse eco de este tema, se lo agradeceríamos todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de julio de 2001