La Casa Blanca asegura que el proyecto es sólo un borrador, pero el presidente mexicano, de visita en EE UU, pidió que se aplique 'tan pronto como sea posible'. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, aseguró que el Gobierno estadounidense tiene varias opciones sobre la mesa para 'aliviar el desorden que se produce en la frontera con México', que se extiende a lo largo de 3.200 kilómetros.
Fleischer reconoció que una de las propuestas formuladas por los departamentos de Estado y de Justicia consiste en 'regularizar la situación de mexicanos sin papeles', en torno a tres millones, aunque trató de evitar que esa propuesta fuera definida como 'amnistía'.
El plan tiene forma de globo sonda; si ésa era la intención, ha conseguido resultados rápidos. Trent Lott, líder de la minoría republicana en el Senado y peso pesado del partido, aglutinó la reacción del ala más conservadora al advertir a Bush: 'Una amnistía masiva no es la manera de solucionar el problema de la inmigración'. Lott se inclinó más por la opción de conceder permisos temporales en determinados sectores laborales, pero dijo que el problema de la inmigración 'hay que tratarlo con cuidado para no recompensar un comportamiento ilegal'. Su compañero en el Senado Phil Gramm añadió que la amnistía sería insultante 'para los siete millones de mexicanos que esperan respuesta a su petición de entrada legal en EE UU'.
En cambio, Bush se ganó el apoyo incondicional de los demócratas. El líder de esta minoría en la Cámara de Representantes, Dick Gephardt, ensalzó la propuesta, acusó a algunos republicanos de estar por principio en contra de la inmigración y pidió al Gobierno que no deje pasar la posibilidad de 'solucionar algo que afecta a millones de familias'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de julio de 2001