'Mi queja va dirigida a los grandes camiones de la basura, no por las penalidades, ciertas, que sus operarios sufren, sino más bien hacia aquellos que decidieron en su día adquirir camiones tan ruidosos', dice Eduardo. 'Las tufaradas, que, además, suben hasta los pisos más altos durante el verano desde las cabinas de procesamiento de las basuras, hacen la ciudad más altamente insufrible. Me pregunto', agrega, 'si alguien es capaz de prever el impacto ciudadano de la compra de una flota de camiones como la que actualmente realiza la recogida por Madrid y si no serían estudiables otras alternativas'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de julio de 2001