'Me parece muy peligroso el hecho de que la gente de Madrid utilice los teléfonos celulares, comúnmente llamados móviles, a todas horas del día y desde cualquier lugar, se encuentre o no cerca de grandes antenas, cuyas interferencias causan sobre el oído perturbaciones de alcance aún desconocido', alerta Diego. 'Dados los riesgos que estamos sufriendo con la alimentación, por ejemplo, no me extrañaría nada que un buen día topemos con que una generación madrileña entera ha perdido el sentido del oído, máxime si esa misma generación, cuando quiere escuchar música en conciertos públicos, incluso en verbenas, debe soportar toneladas de decibelios sonoros, fruto de una moda que, más que musical, parece de tribus de vida selvática'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de julio de 2001