'No soy en absoluto xenófobo y mucho menos racista, dos características que me parecen antidemocráticas', dice Gerardo, 'pero creo desproporcionada la cantidad de personas de países remotos que se instalan en Madrid, cuando problemas como el de la atención sanitaria o los servicios, así como la vivienda o la alimentación, no están resueltos aquí para la gente sin fuertes niveles de ingresos'. 'Creo', añade, 'que precisamente esas personas van a ser las más dañadas por esas carencias, y que la hospitalidad debe incluir la capacidad para albergarlas a todas y brindarles aquello de lo que los madrileños deben disponer'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de julio de 2001