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CARTAS AL DIRECTOR

Yo lo tengo claro

Vemos en los medios las fotografías de dos hombres asesinados por ETA. Eran gente normal, supongo que madrugaban para ir a trabajar, que se divertían con sus amigos y su familia los fines de semana; gente normal, gente como nosotros. Hoy ya no están y es absurdo siquiera preguntarse si estos hombres eran una amenaza para ETA, pues yo, escribiendo estas líneas y usted leyéndolas, también representamos una amenaza para ETA. Para ETA es amenazante que alguien pueda pensar diferente.

Hoy, en el País Vasco, Euskadi, Vascongadas o como cada cual quiera denominarlo en su lengua madre, sólo hay dos tipos de personas, las que matan y las que no lo hacen. Los que quieren cambiar las cosas hablando y los que las quieren cambiar matando.

Querer la autodeterminación es un derecho, el derecho de tener una opinión propia. Igual de legítimo que querer permanecer dentro de España. Todos tenemos derecho a expresarnos con palabras, con gritos, con representaciones artísticas, con protestas, con cartas a los medios, con manifestaciones en la calle, siempre que no hagamos daño a los demás. Mi libertad termina donde comienza la del otro, decía Sartre.

Reclamar cualquier cosa con violencia, sea la autodeterminación o mejores condiciones laborales, descalifica la protesta. Si esa violencia es de tal gravedad que se lleva la vida de uno de nuestros semejantes, ha de ser rechazada y combatida por todos.

Vivir en paz es mucho más importante que vivir en España, Francia o en Euskadi. Yo lo tengo claro.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de julio de 2001