Fue el pasado jueves. Llovió a mares; para qué voy a contárselo, también lo sufrirían ustedes. Pero el paso inferior de la Gran Via, a la altura de la plaza de Cerdà, estuvo siempre abierto al tráfico: en otras palabras, esta vez no se inundó. Parece que progresamos adecuadamente, como dirían en una tertulia radiofónica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de julio de 2001