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El Ayuntamiento convierte en aleatoria una revisión de vehículos por la que cobra 2.500 pesetas a cada taxista

El Ayuntamiento ha convertido en aleatoria una revisión de taxis por las que cobra cada año 2.500 pesetas por cada uno de los aproximadamente 16.000 taxistas madrileños. La inspección directa, una revisión bastante minuciosa, de cada automóvil se efectuaba en un centro municipal de diagnóstico de vehículos a motor de Villaverde. Ahora, la revisión está siendo realizada de manera aleatoria por algunos agentes de la Policía Municipal en cuatro o cinco puntos, no determinados, de la ciudad. Fuentes de la Tercera Tenencia de Alcaldía, responsable de la modificación de la norma anterior, justifican el cambio de la medida: 'Fue pactada con entidades profesionales del sector del taxi y lo que se exige pagar ahora es una revisión documental', señalaron estas fuentes. Pero esta revisión documental también se exigía antes, sin alteración alguna de la tasa de 2.500 pesetas que el Ayuntamiento continúa percibiendo por ella.

El cambio ha encontrado opiniones enfrentadas entre los profesionales del sector del taxi. Para Carlos Suárez, que lleva 23 años al volante, 'se trata de escamotear una inspección manteniendo el pago de un impuesto que, a partir de ahora, no tiene garantías municipales de ser cumplido'. A su juicio, 'encomendar esa tarea a miembros de la Policía Municipal es una manera de restringir la revisión al mínimo'.

Sin embargo, para una funcionaria de la Oficina Municipal del Taxi el cambio es beneficioso: 'el día de la revista anual, todos los taxistas ponían el vehículo como un pincel, pero eso no aseguraba que los demás días se cumplieran las normas'.

La anterior inspección se realizaba en el Centro de Diagnosis de Vehículos a Motor, en la calle de Hidratos, 2, de un polígono de Villaverde. En el examen se revisaban minuciosamente los cuatro tipos de taxímetros autorizados; las placas reglamentarias; la exhibición interior del número de licencia y el estado de la carrocería, más la limpieza, iluminación y tapicería, la clausura permanente de los denominados cierres de niños y el obligado extintor de incendios.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de julio de 2001