La Universidad Johns Hopkins, considerada por muchos como la más avanzada en investigación médica en EE UU, ha tenido que paralizar todos sus ensayos clínicos en humanos, después de que el Gobierno haya decidido cortarle las ayudas públicas hasta que no se aclare la muerte de una empleada que participaba voluntariamente en un ensayo clínico. La orden de paralización procede de la Food and Drugs Administriation, máximo autoridad en materia médica.
La joven Ellen Roche, de 24 años y perfecta salud, desarrolló problemas pulmonares que acabaron con su vida un mes después de inhalar un producto que estaba probándose como posible tratamiento contra el asma. El estudio consistía en inducir síntomas asmáticos en pulmones sanos para comprobar la respuesta.
Las instalaciones de la Johns Hopkins, que se extienden por Baltimore y Washington, reciben las mayores ayudas públicas. El año pasado ingresaron 301 millones de dólares (60.000 millones de pesetas). El semanario U.S. News & World Report publicó hace días la lista de los mejores centros, y la Johns Hopkins, para médicos y científicos, era de nuevo líder.
La universidad -que ya suspendió los 10 ensayos del doctor Alkis Togias, que dirigía el ensayo sobre el asma- asegura que la suspensión es 'injustificada y precipitada' y que se trata de 'una medida draconiana contra una institución que ayuda a miles de pacientes. Las consecuencias pueden ser devastadoras'.La Oficina de Protección de Investigaciones Humanas, que reparte las ayudas públicas, considera que los investigadores no advirtieron claramente de los riesgos a los voluntarios del ensayo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de julio de 2001